Género: Histórico
Título original: Prelude to a scandal
Editorial original: HQN Books, Mass Market Paperback / Diciembre 2010
Habiendo sido criada en las selvas de Sudáfrica, ayudando a su padre en sus estudios sobre la cópula de mamíferos, Lady Justine Fedora Palmer regresa nuevamente a Londres para realizar su presentación en sociedad… sólo para rápidamente descubrir que los animales son mucho más civilizados que los hombres que la rodean. Cuando las investigaciones de su padre se hacen públicas, probando que la sodomía es natural en el reino animal, todo Londres se muestra ultrajadamente indignado por esos razonamientos, incluido su Real Majestad. Su padre es encarcelado y castigado a pagar una exagerada sanción que simplemente no pueden costear. Lady Justine está más que dispuesta a limpiar su buen nombre y asegurarse un lugar entre la alta sociedad de Londres, hambrienta de chismes y maledicencias, para intentar darle la libertad a su padre desde esa posición. Sólo hay una persona en la que sabe que puede confiar: el patrón de su padre, Radcliff Edwin Morton, el cuarto Duque de Bradford. Un gallardo y apuesto libertino, sí… pero al que ella apasionadamente adora por su bondad incondicional, su ingenio, su humor y la voluntad de apoyar los estudios de su padre aún cuando todos se habían reído de sus ideas. Pero para su asombro, el Duque de Bradford no es el mismo hombre que ella conoció. Tras su nuevo y desfigurado rostro se esconde un escándalo que está a punto de probar la fuerza y voluntad de ambos.
Una novela extraña,
con personajes singulares y situaciones poco habituales en una narración de
este tipo.
Vale, él, duque de
Bradford, es un libertino y está asqueado de sí mismo. Pero creo que ahí
termina el cliché masculino. Es un personaje complicado que va dando tumbos,
perdido, sin saber realmente lo que desea de la vida. Está vacío, hueco por
dentro, ansía ser salvado pero no cree ser merecedor de ello. Totalmente
imperfecto, mete la pata constantemente en su relación con su flamante nueva
esposa, Justine.
Justine está
perdidamente enamorada de él. O eso cree. Aunque la verdad es que está
enamorada de la imagen que tiene del duque, de las pocas veces que se han
visto.
Es una mujer extraña,
diferente, debido a que se ha criado en áfrica, muy lejos de la rígida sociedad
londinense. Es franca, honesta, arrojada; nada ni nadie puede echarle el freno.
Ni siquiera Bradford.
La forma en que
empieza la novela es absolutamente original y nos da una muestra bastante clara
de lo que podremos encontrar más allá de las primeras páginas. Un vaivén de
sentimientos encontrados, de decisiones precipitadas que pueden llevar al caos
mas absoluto en una relación entre dos personas que nada tienen en común.
Personajes masculinos
mentalmente torturados y físicamente marcados hay muchos, pero este Bradford me
ha llegado al alma. ¿Por qué? No lo sé, sinceramente. Quizá la forma en que la
autora dirige a sus personajes hacen que parezcan mas humanos y menos de cartón
piedra. Puede que sea el hecho que ninguno de los dos sean convencionales.
La mezcla entre
inocencia y madurez intelectual de Justine, justamente equilibradas, hacen de ella
un personaje femenino a la altura de Bradford, tan absolutamente retorcido y
hundido en su miseria amoral, el contrapunto perfecto entre ambas cualidades,
buenas y malas.
Absolutamente
imperfectos, Bradford y Justin navegarán por un mar de incertidumbres y malas
decisiones y nos arrastrarán en su barco que esta constantemente amenazando con
hundirse. La cuestión es si su amor no confesado, sobrevivirá al naufragio.
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