El blog de D.W. Nichols Autora de novela romántica y erótica

miércoles, 31 de julio de 2013

En la radio

Ha sido una experiencia fantástica. Hablar con Elena Cruz Buznego (H.D. Cruz) en su programa "La tarde con Elena Cruz" de Radio Ujo. Ha sido una experiencia muy divertida, amena y nos hemos explayado hablando hasta por los codos de la novela romántica y erótica.
Cuando esté disponible el podcast, pondré aquí el link para que podáis escuchar la conversación, incidencias incluidas jajajaja.
Y no, no es que me hubiera despistado, es que había un problema con las líneas telefónicas y me salía comunicando un buen rato.

martes, 30 de julio de 2013

Comentarios.

Porque los escritores tenemos un ego con muchos altibajos, nos nutrimos de los comentarios que los lectores nos dejan. No solamente de las reseñas, si no de aquellos que son espontáneos y nos los dejan, como regalos más que preciados, en el blog, en Amazon o en nuestro muro de Facebook o twitter.

Voy a dejar una muestra. Algunos quizá estén llenos de faltas, o sean sintácticamente incorrectos, pero están salidos del corazón de alguien al que le ha gustado mucho mi trabajo, tanto que se ha tomado la molestia de perder unos minutos dejando un comentario.

Desde aquí quiero darles las gracias a todos.


La noche de la luna azul

Esta presentación estaba preparada para la web de Autoras en la Sombra, que nos ha dejado huérfanas a muchas lectoras y escritoras que acudíamos a su base de datos para saber qué leer, buscar qué novelas nos faltaban de nuestras escritoras favoritas y muchas más cosas. Es una pena que desaparezca y la echaremos de menos.
Pero la vida sigue mal que nos pese, y este archivo estaba quemándome en las manos virtuales de mi ordenador, así que le doy luz verde para subirlo aquí.


«¡Hola! Hey, cuánta chica guapa que hay por aquí. Lástima que ya esté pillado, sino...

Perdonad, supongo que debería presentarme. Me llamo Owen Hunt, soy un cambiante pantera y vivo en el pequeño pueblo de Midtown, un lugar muy especial para todos los cambiantes que, como yo, no estaban demasiado bien considerados por sus respectivas manadas de origen. Y es que la manada de Midtown es diferente.
Os explico. Midtown la fundamos entre unos cuantos cambiantes que buscábamos un lugar donde vivir en paz, lejos de los problemas de “respetabilidad” sanguínea. Es lo que tiene ser una pantera negra, tener un animal “enfermo” en tu interior. No, por supuesto que el melanismo (que es como se conoce al exceso de pigmentación oscura en la piel de un animal) no es una enfermedad, pero cuando vives rodeado por seres absurdos e intransigentes que respetan la pureza de la sangre por encima de todas las cosas, sí se convierte en un problema que te convierte en un paria. ¿Una pantera negra en una manada de leopardos, en la que todos están tan orgullosos de sus manchas? No es un buen lugar donde vivir, creedme. Sólo por el desprecio con el que te miran, por encima del hombro como si no fueras más que una mierda pegada a la suela de su zapato, dan ganas de liarse a hostias.


sábado, 27 de julio de 2013


viernes, 26 de julio de 2013

El espacio: la última frontera.


Dándole vueltas, dándole vueltas... ¡Coño! ¡Sí es Sherlock!
Resulta que ayer fui a ver Star Trek En la oscuridad y salí, entre otras cosas, obsesionada con el personaje de Khan. Yo a este tío lo conozco, me decía. Sé que lo he visto en otro lado. Pero no era capaz de aunar rostro con nombre. Así que en cuanto llegué a casa, me puse rauda como una centella ante el ordenador e invoqué a Sangoogle que todo lo sabe. Y ¡voilà! Resulta que el maromo en cuestión, que ha encarnado a un Khan por cuyos huesecitos me derretí, es nada más y nada menos que Benedict Cumberbatch.


jueves, 25 de julio de 2013

De luto

Sucesos como el ocurrido en Galicia ayer son los que nos toman el pulso como pueblo y como personas. Una tragedia que ha costado hasta el momento, 70 muertos. Dejando de lado el dedo acusador que todo el mundo está empuñando, algo que compete solamente al juez y a los investigadores, quiero desde aquí hacer un homenaje a todas aquellas personas, profesionales y no profesionales, que dejaron de lado huelgas, vacaciones, ratos libres, fiestas, etc., para acudir y ayudar a las víctimas.
Hoy, todas España es gallega.


lunes, 22 de julio de 2013

Relato: Momentos V

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Claudia se levantó de la cama y dejó caer la almohada al suelo. El hombre la miró aún asustado, encogido sobre sí mismo, y abrazado a sus propias rodillas. Ella se acercó y le tendió la mano.

         —Ven —le dijo—. No tengas miedo de mí.

         ¿Cómo no voy a tener miedo? se preguntó el hombre. Ella era como una diosa, un sueño inalcanzable, pero que ahora estaba allí, hablándole a él… Tenía miedo de tocarla. ¿Y si se rompía el hechizo? ¿Y si todo era una quimera provocada por su errática imaginación? No podía tocarla, no podía… Una cosa era adorarla desde los pies de la cama y otra muy distinta abrazar un sueño. Se encogió aún más sobre sí mismo.



domingo, 21 de julio de 2013


Relato: Momentos IV

           
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La fresca brisa que entraba por el balcón abierto despertó a Claudia. Aún antes de abrir los ojos supo que la sábana se había resbalado y ya no cubría su cuerpo. Sus pezones se habían puesto duros por el aire que hacía revolotear las cortinas y de su boca surgió un suspiro.

Había estado soñando con el desconocido y se despertaba excitada y húmeda. Se incorporó con pereza buscando la sábana y entonces le vió, una figura inmóvil a los pies de la cama. Se asustó y, de repente, fue muy consciente de su desnudez, que cubrió como pudo con la almohada, arrinconando la espalda contra la cabecera.

—¡Por favor, no!— dijo la figura que se escondía entre las sombras de la luna, arrastrándose hacia la pared del fondo, alejándose de la cama—. No voy a hacerte nada. No tengas miedo… sólo… sólo quería oler tu perfume… nada más. Llevo tantas noches observándote a través de la ventana del baño… tantas noches soñando contigo…

La frase se perdió en un susurro quedo, apenas un suspiro pronunciado, y el hombre se encogió sobre sí mismo, como si temiera algo.

Claudia miró con curiosidad aquella sombra desnuda, como ella, acurrucada en un rincón de su dormitorio. Inexplicablemente, el miedo que sentía se evaporó como el rocío durante la mañana. Curiosidad, eso sí; y excitación.

Era él. Con él había hecho el amor cada noche durante los últimos meses; en él pensaba cada vez que se acariciaba de forma incorrecta bajo las sábanas; por él había dejado a su medio novio… Todo eso había hecho por un fantasma que ni siquiera estaba segura que existiera, por un sueño, una quimera, un delirio…

Pero sí existía. Y estaba ahí, acurrucado en su dormitorio.

Estuvo a punto de preguntarle su nombre y cómo había entrado, pero temió que si empezaba pidiendo explicaciones, pudiese romper la magia que sin duda había propiciado este encuentro. ¿Qué importaba quién era o cómo había llegado hasta allí? Lo verdaderamente importante era que ESTABA allí…




sábado, 20 de julio de 2013

Cuestionario Canalla: Olivia Ardey




Elegante, muy simpática, culta e inteligente. ¡Y alta! ¡Por Dios, qué alta es!

Olivia Ardey es como su prosa. Conocerla en persona y oírla hablar no tiene precio. Fui de las afortunadas que estuvieron presente en Barcelona, en la presentación de Bésame y vente conmigo. Hacía un frío de mil demonios pero no me importó. ¡Quería conocerla! Y no me defraudó, en absoluto.




Olivia Ardey nació en Alemania pero al poco su familia regresó a Valencia, ciudad donde reside con su marido y sus dos hijos. Ha crecido, vive y trabaja entre libros.
En 2009 publicó su primera novela DAMA DE TRÉBOLES (Ed. La Esfera de los Libros), un western romántico ambientado el los alrededores de Denver en 1884. 
En el año 2011 publicó DELICIAS Y SECRETOS EN MANHATTAN (Éride Ediciones), que transcurre en la Nueva York de 1919-20. 
En febrero de 2013 verá la luz BÉSAME Y VENTE CONMIGO (Ediciones Versátil), su primera comedia romántica actual. 
Apasionada del género corto, es autora de relatos y cuentos infantiles. Muchos de ellos premiados, han sido publicados en diversas antologías y revistas. Uno de ellos fue traducido y publicado en Italia en la revista ROMANCE MAGAZINE. 
Es autora de la columna DEL LIBRO AL PALADAR en la web literaria La Pluma Afilada, donde comenta novelas y las recetas que sus páginas esconden. 

Ahora, lo que estábais esperando. ¡Muchísimas gracias, Olivia!

1.- ¿Por qué escribes romántica, cuando es un género tan vilipendiado por todo aquel que se etiqueta de “intelectual”?

Porque adoro los finales felices y mi satisfacción, además de la personal que me da el escribir, no es otra que poner en las manos de las lectoras una historia que las haga sonreír, soñar, suspirar y pasarlo bien.

2.- ¿Qué haces cuando alguien hace algún comentario despectivo hacia este género delante de ti?

Les regalo mi mejor sonrisa y eso los deja planchadísimos, realmente es que me da igual lo que piensen. Yo trabajo en una biblioteca de barrio. Hace tiempo una señora, que sólo lee romántica, cada semana venía a llevarse los libros como con vergüenza y me decía “Mira, hoy me llevo tres tonterías de estas”. Yo un día le dije “Yo también las leo. Fíjese si me gustan estas tonterías que hasta las escribo (sonrisa inmensa)”. Tenías que haberle visto la cara, ja ja.

3.- ¿Eres de esquema y te mantienes en él caiga quien caiga, o prefieres que tus personajes tomen las riendas? Si eres del primer grupo ¿qué haces cuando un personaje se te rebela?

Soy de las primeras. Me ciño al esquema. Pero los personajes toman las riendas, los dejo ganar (y cambio el esquema de arriba abajo para seguir escribiendo). 

4.- El mayor miedo de un escritor es quedarse atascado, en blanco. ¿Qué haces cuando te ocurre algo así? ¿A qué recurres?

Yo no escribo las novelas en el orden que se leen precisamente por eso. ¡Y mira que lo he intentado! Pero nada, no puedo. Si me atasco en una del principio me pongo a escribir otra escena del final o al revés.

5.- Hay quien dice que las personas creativas tienen un punto de locura, y que cuanto más ésta se manifiesta, más cercanas están a la genialidad. ¿Estás de acuerdo, o te consideras una persona totalmente cuerda?

¿Te parece poca locura meterme en este lío con cuarenta y tantos, cuando no había escrito hasta entonces ni la lista de la compra y encima lanzarme con una de vaqueros? 

6.- ¿Te diviertes cuando haces sufrir a tus personajes, o lo pasas mal pero te consuelas pensando que es por su propio bien?


Lo paso fatal, pero siempre pienso que al final del túnel verán la luz, o sea, el amor con fuegos artificiales.


7.- ¿Con cuál de tus personajes te sientes más identificada?

Con ninguno, si te soy sincera. Si acaso, un poquito con Belisa, la prota de TÚ DE MENTA Y YO DE FRESA, porque escribe y participa en un taller literario.

8.- Cuando estás configurando los aspectos físicos y psicológicos de tus personajes, ¿te fijas en tu entorno para observar a las personas que te rodean? 

No. Crecen ellos solos y evolucionan en mi cabeza con su personalidad propia. Nunca me fijo en un modelo real, salvo algún secundario que escribo como homenaje a algún amigo. Por ejemplo, Lydia de DELICIAS Y SECRETOS EN MANHATTAN o la abuela Pilar de BÉSAME Y VENTE CONMIGO.


9.- ¿Qué ha de tener un personaje masculino, para que te enamore?

Carácter dominante y un corazón enorme. Y ser alto.

10.- ¿Qué tipo de personaje te saca de quicio?

Las mujercitas apocadas y sin sangre que permiten que el hombre les pierda el respeto. Y las superwoman que confunden tener carácter con insultar y tratar al hombre a patadas.

Preguntas impertinentes.


1.-Cuando lees, ¿las escenas calentitas te “ponen” más con sexo explícito y lenguaje burdo, o prefieres un toque poético y alguna que otra metáfora?

Depende del escritor. Me atrapa más el estilo y de la capacidad de seducción del autor o autora. Me pone más lo que cuenta y cómo lo cuenta, que el lenguaje que utiliza.

2.-¿Miras porno? ¿Por qué? Si lo miras, ¿lo haces sola o acompañada?

No, por falta de tiempo, no por otra cosa. Si apenas tengo tiempo de leer. No veo casi tele ni cine.

3.- ¿Qué vicios tienes? Confiesa, confiesa...

Fumo, soy cafetera a tope y me gusta comer que no veas. 

4.- ¿Cómo es tu hombre perfecto?

Alto, sexy, duro con corazoncito, que sepa escuchar, leal, honesto y con sentido del humor.

5.- ¿Qué autora canonizarías, porque con ella has llegado a tocar el cielo? 


Charlotte Brönte, Diana Palmer y Lysa Kleypas.


6.- Y ahora, la pregunta canalla: ¿Con cuál de estas ocho posturas te quedas?


Mi primera novela, DAMA DE TRÉBOLES, es un western. Así que “Cabalgando hacia atrás”, ja, ja. Combinada con “Cara a cara”; ya ves, no me conformo con una.


























viernes, 19 de julio de 2013

Relato: Momentos III





Lo que había empezado siendo placentero, poco a poco se estaba convirtiendo en una tortura. Verla cada noche en su desnudez mas absoluta, mostrándose a él a través de esa bendita ventana abierta, acariciarse con la toalla, lentamente, alargando el momento sólo para él… Y él, maldita piedra pegada a una pared, una gárgola fría y sin vida que sin embargo sentía un corazón palpitar en el pecho, en ese pecho helado resquebrajado por el tiempo, eternamente inmóvil, siempre con la mirada fija en esa ventana, su ventana…

Durante el día soñaba que se despegaba del muro, que la sangre caliente fluía por sus venas, que la piedra se tornaba carne y que ese enorme pene que lucía entre las patas traseras cobraba vida propia…, y que ella lo recibía con entusiasmo, dejándole explorar el bosque hasta entonces inexpugnable de su sexualidad.

Pero sólo era un sueño, el sueño de una gárgola sin vida pero con conciencia de sí misma; una figura de piedra, fea y contrahecha, con los ojos fijos y las fauces abiertas en dirección a su ventana, que le rezaba cada noche al resplandor de la luna, hacedora de milagros.

Así fue durante muchas noches. Hasta que el milagro sucedió.

¿Cómo y por qué? Sólo a Dios compete responder a esa pregunta; a mí me basta saber que un día el ruego de la gárgola fue atendido.

Su corazón de piedra empezó a palpitar de verdad; la sangre corrió por unas venas que no habían estado allí nunca, y la piel de granito se rompió, dejando nacer de su interior un cuerpo caliente de piel suave y rosada.

Saltó hacia la ventana que ella siempre dejaba abierta, casi volando atravesó la distancia que los separaba. No se sentía torpe ni extraño; era como si siempre hubiese poseído ese cuerpo pero él no fuese consciente de ello hasta ese momento.

Entró en el baño y encendió la luz. Hacía mucho rato que ella se había acostado, así que seguramente ya estaría dormida.

Se miró en el espejo.

Su cuerpo estaba fibrado como el de un atleta, duro como una piedra —que ironía— pero caliente y suave al tacto. Tenía el pelo rubio y corto, peinado hacia un lado, bastante conservador. Mentón triangulado, pómulos fuertes, ojos grandes y verdes, labios carnosos pero muy masculinos…

Se miró durante un buen rato, extrañándose de cada pliegue de su piel, de cada línea, cada arruga; se tocó y se palpó, apenas atreviéndose a creer lo que estaba sucediendo, pero ahí estaba y era de carne y hueso.

Abrió la puerta del baño y fue hacia el dormitorio. No tenía claro qué iba a hacer a continuación. Estaba muy asustado pero el deseo de verla de cerca, de oler el perfume de su cuerpo, de estar ahí, simplemente, era demasiado poderoso como para ignorarlo.

Se arrodilló a los pies de la cama. La luna iluminaba con su resplandor el lecho ocupado por su belleza. Bajo la ligera sábana se adivinaba el contorno de su cálido cuerpo desnudo. Hacía calor y una gota de sudor resbaló, traviesa, por su frente. El hombre que había sido piedra sintió despertar su hombría, palpitaba entre sus piernas, gritaba reclamando atención, pero todos sus sentidos estaban abotargados por la belleza de la mujer que yacía en la cama.

Tiró de la sábana poco a poco, con cuidado de no despertarla; resbaló por el cuerpo de Claudia como una caricia y un suspiro de placer escapó de sus labios.

La gárgola gimió de terror. ¿Qué hacer? ¡Dios! «¿Qué hago?»



jueves, 18 de julio de 2013

Relato: Momentos II




Estar sola y sentirse sola son dos cosas completamente distintas. Claudia no estaba sola. Tenía padres, tenía hermanos, tenía amigos… incluso tenía un medio novio que a veces se quedaba a dormir con ella. Nada serio, por lo menos de momento, pero ahí estaba, con sus anchos hombros, un buen lugar en el que apoyarse en los malos momentos. Claudia tenia mucha gente a su alrededor, sí.

Y sin embargo se sentía sola. Si le hubieses preguntado no habría sabido explicarte por qué; no había motivo ni razón para tener ese enorme agujero en el estómago que parecía engullir toda la felicidad que era capaz de conseguir, ni para que se le cerrara la garganta cada vez que abría la puerta para entrar en el pequeño apartamento donde vivía. No tenía por qué tener esas extrañas ganas de llorar abrazada a la almohada, deseando algo que no estaba allí y que ni siquiera sabía qué era.

Fue al médico, por supuesto, y cada día se tomaba muy obedientemente los antidepresivos que le recetó, pero no llenaron el vacío que había invadido su alma.

La tristeza se fue apoderando poco a poco de Claudia aunque lograba disimularlo ante los demás riendo más que nunca; no quería tener que dar explicaciones a nadie, porque tampoco sabría qué decir.

Pero una noche todo cambió.

Su apartamento estaba en el séptimo piso de un edificio de la calle Velázquez, justo enfrente del campanario de la catedral. El único paisaje que veía desde sus ventanas eran el frío muro de piedra y la hilera de gárgolas que lo custodiaban. Nadie podía mirarla desde allí y sin embargo, esa noche sintió, por primera vez, unos ojos observándola atentamente a través de la ventana del baño.

Claudia acababa de salir de la ducha. Era verano, hacía calor y el vapor del agua caliente se había acumulado. Abrió la ventana para airear el cuarto de baño: al fin y al cabo, nadie podía verla. Por eso se sorprendió cuando notó unos ojos fijos en su cuerpo desnudo, recorriéndolo con avidez… Casi pudo sentir físicamente las caricias de esa mirada desconocida.

Cerró la ventana de un golpe, sintiéndose ultrajada. ¿Quién se atrevía a mirarla así? Pero sin querer, la idea que un desconocido la mirara de esa forma la excitó. Su corazón se aceleró y por primera vez en mucho tiempo, esa terrible sensación en su estómago desapareció para dejar paso a otra más agradable y placentera.

Claudia volvió a abrir la ventana y se apartó para que todo su cuerpo quedara a la vista del extraño, sintiendo como la excitación crecía al notar de nuevo esos ojos penetrantes acariciándola, recorriendo su cuerpo con ansia desmedida. Casi podía percibir el hambre que la motivaba, hambre de caricias, de abrazos, de momentos compartidos… unos ojos que pertenecían a alguien que estaba tan solo como ella… ¿Quién sería? ¿Dónde estaría escondido? Pero lo cierto era que no importaba, que daba igual. Fuese quién fuese, no era más que unos ojos intensos y con eso, ella tenía suficiente.

Y empezó su ritual, secarse con la ventana abierta para que aquel extraño pudiese verla mientras extendía la crema hidratante, para que se excitase como ella mientras recorría su propio cuerpo con las manos, imaginándose que era él quien la acariciaba, pensando que quizá él también estuviese sintiendo lo mismo que ella… Y cada noche, desde aquella noche, abría la ventana cuando salía de la ducha y dejaba que él la acariciase y la poseyera sólo con su mirada…