domingo, 21 de julio de 2013

Relato: Momentos IV

           
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La fresca brisa que entraba por el balcón abierto despertó a Claudia. Aún antes de abrir los ojos supo que la sábana se había resbalado y ya no cubría su cuerpo. Sus pezones se habían puesto duros por el aire que hacía revolotear las cortinas y de su boca surgió un suspiro.

Había estado soñando con el desconocido y se despertaba excitada y húmeda. Se incorporó con pereza buscando la sábana y entonces le vió, una figura inmóvil a los pies de la cama. Se asustó y, de repente, fue muy consciente de su desnudez, que cubrió como pudo con la almohada, arrinconando la espalda contra la cabecera.

—¡Por favor, no!— dijo la figura que se escondía entre las sombras de la luna, arrastrándose hacia la pared del fondo, alejándose de la cama—. No voy a hacerte nada. No tengas miedo… sólo… sólo quería oler tu perfume… nada más. Llevo tantas noches observándote a través de la ventana del baño… tantas noches soñando contigo…

La frase se perdió en un susurro quedo, apenas un suspiro pronunciado, y el hombre se encogió sobre sí mismo, como si temiera algo.

Claudia miró con curiosidad aquella sombra desnuda, como ella, acurrucada en un rincón de su dormitorio. Inexplicablemente, el miedo que sentía se evaporó como el rocío durante la mañana. Curiosidad, eso sí; y excitación.

Era él. Con él había hecho el amor cada noche durante los últimos meses; en él pensaba cada vez que se acariciaba de forma incorrecta bajo las sábanas; por él había dejado a su medio novio… Todo eso había hecho por un fantasma que ni siquiera estaba segura que existiera, por un sueño, una quimera, un delirio…

Pero sí existía. Y estaba ahí, acurrucado en su dormitorio.

Estuvo a punto de preguntarle su nombre y cómo había entrado, pero temió que si empezaba pidiendo explicaciones, pudiese romper la magia que sin duda había propiciado este encuentro. ¿Qué importaba quién era o cómo había llegado hasta allí? Lo verdaderamente importante era que ESTABA allí…




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