La voz
asustó en un principio a MarieAnne, pero después se sintió aliviada. Quizá era
uno de los forestales. Se giró poco a poco, alzando la cabeza y apoyándose en
el árbol con una mano. Lo primero que vio fueron unos pies enormes. Con esos pies debe ser un gigante, pensó.
Subió la mirada poco a poco siguiendo sus piernas enfundadas en unos tejanos
desgastados. Pues no es un forestal.
Durante un instante volvió a sentir miedo. Al fin y al cabo estaba sola en el
bosque con un desconocido. Y además, lo suficientemente enferma como para no
poder valerse por sí misma. Siguió alzando la vista para poder verle la cara
pero el mundo empezó a girar en torno a ella y tuvo que volver a bajar la
cabeza para recobrar un poco la compostura.
–No,
evidentemente no me encuentro bien–, contestó enfurecida por la pregunta
estúpida y por su propia vulnerabilidad–. He comido algo que me ha sentado
realmente mal.
–¿Algo
del bosque?
–No
soy tan idiota como para comer algo que no sé qué es, gracias por preguntar.
Vaya,
la chica tiene carácter, pensó Luke. A pesar de su situación no se dejaba
vencer por el miedo que seguramente debía estar sintiendo.
–Me
llamo Luke. Mi cabaña está cerca de aquí. Será mejor que la lleve.
–No.
Mi coche.
–El
aparcamiento de la entrada del parque queda a media hora de camino. Más,
teniendo en cuenta el estado en el que está. En mi cabaña hay teléfono fijo y
podemos llamar al doctor Masters. Uno de los forestales lo acercará hasta la
cabaña en un quad y podrá visitarla. ¿Le parece bien?
Le
habló tranquilamente, como si estuvieran en una reunión social y le estuviera
contando cualquier anécdota. No la ayudaría si ella se daba cuenta que en
realidad estaba asustado por la situación. Al fin y al cabo, una intoxicación
podía resultar algo peligroso y el médico tardaría al menos una hora en llegar.
En una hora podían pasar muchas cosas, pero su solución era la mejor
posibilidad que tenía ella.
MarieAnne
intentó asentir con la cabeza porque notaba como otra arcada le subía por la
garganta y pensó que si abría la boca, sería incitarla a descargar, pero el
movimiento provocó el mismo efecto que quería evitar y acabó vomitando de
nuevo.
–Maldita
sea.
Luke
se acercó en tres zancadas, le quitó la mochila de la espalda para colgársela
él al hombro, la levantó cogiéndola por la cintura, pasó la otra mano bajo las
rodillas y la apretó contra su pecho.
–Te
sugiero que reprimas tus ganas de vomitar unos diez minutos. Si no puedes,
hazme algún tipo de señal para que te baje. No me gustaría que me vomitaras
encima.
Después
de su discurso pronunciado en tono impaciente, empezó a caminar hacia su
cabaña. Ella ni siquiera protestó.
Poco
antes de llegar a la cabaña, la llovizna se convirtió en tormenta. El día se
oscureció cuando las nubes negras taparon el sol. Luke caminaba rápidamente
sintiendo el cuerpo de la mujer totalmente laxo entre los brazos. Si no había
perdido la consciencia estaba a un paso de hacerlo.
Abrió
la puerta de la cabaña y se precipitó al interior. Habían quedado empapados y
su prioridad fue quitarle la ropa mojada. La temperatura había bajado y ella
había empezado a tiritar un momento antes de entrar.
–Tengo
que quitarte esta ropa mojada– le dijo con voz suave, no sabiendo si ella lo
oía, pero haciéndolo de todas formas para tranquilizarla–. Podrías pillar una
pulmonía. Quiero que estés tranquila, ¿de acuerdo? No voy a hacer nada más que
ayudarte.
MarieAnne
podía oírlo perfectamente pero no tenía fuerzas para responder. Era como si su
cuerpo hubiera sido abandonado de toda la fuerza y la vitalidad que tenía media
hora antes. Se sentía terriblemente cansada y sin ganas de luchar. No le hacía
gracia que un extraño la desnudara pero ni siquiera sintió miedo. Estaba más
allá de cualquier sentimiento excepto del terror que sentía por estar tan
irremediablemente desfallecida. Quería moverse y quería hablar, pero su cuerpo
no respondía a sus impulsos. Era como si
lo estuviese viendo todo a través de una ligera neblina. Era consciente de los
sonidos, los ruidos y de su voz, pero no podía reaccionar a nada.
Sintió
como él la acostaba sobre algo mullido, una cama probablemente, y cómo poco a
poco, con suavidad y mucho cuidado, iba quitándole la ropa, desde la parka y
las botas hasta los pantalones, el jersey y la camiseta. Le dejó puestos los
sostenes y las bragas, y ella sintió un gran alivio por ello.
Después
la acomodó dentro de la cama y la tapó, arropándola como si fuese una niña.
Casi sintió deseos de llorar por la ternura del gesto. Un completo desconocido
la estaba tratando con más amabilidad de la que nunca ningún amigo había tenido
con ella.
Cuando
dejó a la mujer bien acomodada en su cama, Luke fue rápidamente hasta el
teléfono. En la consulta del médico respondieron sin dilación y la enfermera le
aseguró que el doctor estaría allí lo antes posible. Cuando colgó, fue hacia la
cocina para hacer, tal y como le habían recomendado, una infusión con manzanilla,
salvia y romero. Por suerte, Julio, el hombre que cuidaba de la cabaña durante
su ausencia, era un fanático de la fitoterapia y le mantenía la alacena llena
de frascos bien etiquetados con hierbas recogidas del mismo bosque.
Cuando
la tuvo preparada, la enfrió y volvió a su dormitorio. Era esencial, le había
dicho la enfermera, evitar la deshidratación, y la infusión la hidrataría
además de proporcionarle algo de alivio.
Dejó
el vaso sobre la mesilla de noche, se sentó en la cama y se dispuso a levantar
a MarieAnne lo suficiente como para que pudiera beber algo. Ella estaba pálida
y con profundas ojeras, pero a pesar de eso Luke se sintió golpeado en lo más
profundo al observarla con detenimiento por primera vez.
Su
pelo, largo y sedoso, enmarcaba un rostro ovalado. Tenía las pestañas muy
largas y espesas sin necesidad de rimmel, y su boca era jugosa y aterciopelada.
Se sorprendió preguntándose cómo sería besarla y después se dio una colleja
mental por estar pensando estupideces en un momento como ese. Ella necesitaba
beber líquidos mientras esperaba la llegada del médico porque si la
deshidratación era grave, tendrían que trasladarla al hospital y éste estaba
bastante lejos.
–Eh,
preciosa- le dijo con dulzura-. Abre los ojos. ¿Puedes abrirlos?
Ella
lo intentó con todas sus fuerzas y sus pestañas revolotearon durante un
instante, pero al final desistió. Él suspiró profundamente.
–Está
bien, no te preocupes. El doctor ya está de camino, pero mientras esperamos me
ha dicho que tienes que beberte esto que tengo aquí. Voy a incorporarte un poco
y te apoyaré sobre mi pecho, ¿de acuerdo? Tú, lo único que tendrás que hacer,
es tragar. ¿Podrás hacer eso?
MarieAnne
intentó asentir con la cabeza y decir sí, pero lo único que salió de su boca
fue un bfgrum que él interpretó como
una afirmación. Se sentó sobre la almohada, al lado de la cabeza de ella, y
apoyó la espalda en la cabecera de la cama. Después la cogió suavemente y la
levantó un poco hasta que quedó apoyada con la espalda sobre su pecho. Acunó su
cara con una mano y con la otra cogió el vaso y se lo acercó a los labios. Ella
bebió ávidamente.
–Sshhht,
despacio. Poco a poco, no queremos que te entren ganas de vomitar de nuevo,
¿verdad? – Ella pareció entenderle porque el ritmo de los tragos se suavizó–.
Así, buena chica.
Se
terminó todo el vaso y pareció calmarse. Luke sabía que tenía que volver a
acomodarla en la cama y levantarse, pero se sintió reticente a hacerlo. Lo invadió
una extraña sensación, como si tenerla allí, apoyada sobre el pecho, fuese la
cosa más natural del mundo. Tuvo la necesidad de rodearla con los brazos y acunarla, pero no lo hizo. Pensó que si ella era consciente de lo que estaba
haciendo, quizá se asustara. Así que le acarició un mechón rebelde que le caía
sobre la frente, lo apartó para que no la molestara, y la volvió a acostar.
q lindo !! Luke es un tierno..al menos eso parece ya me gusta nomas por haberla ayudado .me esta gustando la historia
ResponderEliminarUna historia preciosa. (Pobre chica, solo de imaginarme como tiene que sentirse me pongo mala) Con mucho detalle y ameno.
ResponderEliminarA ver que tal sigue.
Saludos
Una historia entrañable, escrita con calma y precisión. Me está gustando, a ver si el médico nos revela que le sucede a Mari Anne
ResponderEliminarBesos
Pues... vayamos a por el tercer capítulo.
ResponderEliminarEnamorada de la historia totalmente hermosa!!!
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