MarieAnne
se despertó varias horas después. Por la luz que entraba por la ventana, supuso
que era ya media tarde. Giró la cabeza y se encontró con los ojos azul océano
de Luke, que la estaba mirando como si quisiera retener en su memoria cada pequeño
detalle de su rostro. Aún estaba acostado a su lado, la cabeza apoyada sobre
una mano, la otra acariciándole la mejilla.
–Buenas
tardes, preciosa.
–Buenas
tardes, Luke.
–¿Has
dormido bien?
Ella
asintió con la cabeza.
–¿Tienes
hambre?
Antes
que ella pudiera contestar, se oyó un rugido amortiguado por el edredón. Ambos
se echaron a reír.
–Parece
que sí. Date una ducha mientras yo preparo algo para comer– le dijo mientras se
levantaba de la cama. Él no la besó antes de hacerlo y ella reprimió el impulso
de protestar por ello. Se contentó con admirar su cuerpo mientras se ponía los
pantalones antes de salir del dormitorio hacia la cocina.
Cuando
salió de la ducha, Luke ya había preparado una ensalada y unos sándwiches de
jamón york. MarieAnne no se había vestido, simplemente se había puesto el
albornoz que había encontrado colgado detrás de la puerta del baño. Se sentó a
la mesa, pensativa, en el mismo sitio que se había sentado por la mañana.
¿Qué
pasaría ahora? No había nada más irritante después de haber tenido sexo que la
indiferencia mutua. ¿Debía ir hasta él y abrazarlo? Se moría de ganas de
hacerlo, pero ¿y si eso lo molestaba? Mientras se duchaba había estado pensando
en ello, intentando decidirse, pero no había tomado ninguna decisión.
Luke le gustaba, mucho, y el hecho que los dos
vivieran en Nueva York le daba la esperanza de que no todo terminara allí. Pero
¿y si él no quería nada más que lo que ya habían tenido? No acababa de entender
que un hombre tan guapo que podía rivalizar con cualquiera de los modelos con
los que estaba acostumbrada a trabajar, se hubiese fijado en una mujer del
montón como ella. Quizá simplemente era que había llegado en un momento en que
él estaba necesitado de compañía.
Puede que se hubiese acostado con cualquier otra, dado el caso. Eso la
reconcomía por dentro. Quería ser especial para él, no una más, no alguien con
quien aliviarse unos picores. Pero la actitud que él había tenido al levantarse
sin darle siquiera un beso, la había hecho temer que eso iba a ser todo. Que ni
siquiera iba a darles una oportunidad para explorar si había algo más que una
mera atracción física.
En
fin. No quedaba nada más que ajo y agua con lo que fuera. O sea. A joderse y a
aguantarse.
Él
estaba de espaldas, limpiando la encimera, cuando oyó el arrastrar de la silla
sobre el suelo. Se aclaró las manos, se las secó y caminó decidido hacia ella.
MarieAnne
tenía los ojos tristes y estaba ensimismada, perdida en sus pensamientos. ¿Qué
estaría pasando por esa hermosa cabecita suya?
Luke
también había estado reflexionando mientras ella estaba en la ducha. El sexo
que habían tenido había sido fantástico, nada comparable con lo que tuvo con su
ex o con las ocasionales amantes que
había tenido después. Había sido explosivo, incendiario, y había sentido
que el cuerpo de MarieAnne reaccionaba al suyo con la misma intensidad y furor.
Estaban hechos el uno para el otro.
No
podía dejar pasar una oportunidad así. Mujeres como MarieAnne no había muchas
en el mundo y dudaba que, en los círculos sociales en que él se movía
habitualmente, hubiese alguna. Con 37 años aún era joven, quería formar una
familia, tener hijos. Y MarieAnne era la mujer perfecta para él. Honesta hasta
sacarle de sus casillas, sin miedo a decir lo que pensaba, con una mente ágil y
despierta, sarcástica hasta despellejarle. La vida a su lado sería cualquier
cosa menos aburrida y monótona.
Cuando
llegó a su lado se arrodilló y la hizo girarse sobre la silla hasta quedar cara
a cara. Ahuecó su rostro con las manos y la atrajo hacia él, posando un suave
beso sobre sus labios.
–¿Cuándo
volverás para la sesión de fotos? –le preguntó, su voz profunda reverberando en
su pecho.
–Dentro
de dos semanas.
–Bien.
Te daré mi número de teléfono y quiero que me llames cuando paséis por Pine Woods.
Me dará tiempo de bajar hasta el aparcamiento a la entrada del parque antes que
lleguéis. Y después, volveré a Nueva York y empezaremos a tener citas.
Ella
arrugó el entrecejo al oír el tono tan mandón de él, más por reflejo que porque
no le gustara lo que oía.
–Parece
que lo has decidido todo por los dos... –protestó.
–Eres
una mujer muy especial, MarieAnne, y no quiero dejarte escapar. Quiero
conocerte mejor, en todos los sentidos, porque creo que me estoy enamorando de
ti. ¿Tú no sientes lo mismo hacia mí?
Ante
eso, ella no pudo hacer otra cosa que asentir con la cabeza mientras notaba que
sus ojos se humedecían. Le cogió el rostro con ambas manos y lo besó,
profundamente, hasta que notó que estallaban cohetes artificiales tras los
párpados.
Quizá
sí que iban a tener una oportunidad.
FIN
(¿o no?)
Nooooooooooooooooo!!!!!!
ResponderEliminarQue no sea el fin!!!!.....
Es realmente intensa y maravillosa la historia ........ Que no termine.
Saludos
Me encantó y por nada quiero un fin en ella. Continúala, plisss!!!
ResponderEliminarWhaaatttt??? Fin???? Mirá, no te confíes en eso de qye vivimos lejos la una de la otra porque me parece que me voy a hacer un viajecito a España si no sé nada más de MarieAnne y Luke. Está claro??
ResponderEliminarjajajajajajaj valeeeeeeee, porque me lo pedís con amabilidad, las amenazas de Claudia no tienen nada que ver con ello. La continuaré, pero más adelante. jejejejejej
ResponderEliminarOK. Ya me puedo relajar, jajaja
ResponderEliminarJajaja Claudia me hiciste el dia yo lo pense tambn cmo q fin nooo x favor merecemos saber q mas sucede con ellos
ResponderEliminarMe encantó la historia, pero tiene que continuar!!!
ResponderEliminarP.D.: Yo vivo en España, asique... jajajaja
Saludos!!
finnnnnnnnnnnn??????? Noooooooooooooooooo!!! Continuala x favor!!! O me tendre q unir a las amenazas
ResponderEliminarNooooo :( no me puedo creer que vayas a dejarnos con ganas de más. Creo que deberías continuarla, siempre que tengas tiempo y ganas, que escribir lleva su tiempo. Es una historia muy tierna, con su lado salvaje claro está. Quiero saber más de MarieAnne y de Luke en Nueva York.
ResponderEliminar:)