miércoles, 7 de agosto de 2013

Relato: Una excursión cualquiera VI



MarieAnne se despertó varias horas después. Por la luz que entraba por la ventana, supuso que era ya media tarde. Giró la cabeza y se encontró con los ojos azul océano de Luke, que la estaba mirando como si quisiera retener en su memoria cada pequeño detalle de su rostro. Aún estaba acostado a su lado, la cabeza apoyada sobre una mano, la otra acariciándole la mejilla.

–Buenas tardes, preciosa.

–Buenas tardes, Luke.

–¿Has dormido bien?

Ella asintió con la cabeza.

–¿Tienes hambre?

Antes que ella pudiera contestar, se oyó un rugido amortiguado por el edredón. Ambos se echaron a reír.


–Parece que sí. Date una ducha mientras yo preparo algo para comer– le dijo mientras se levantaba de la cama. Él no la besó antes de hacerlo y ella reprimió el impulso de protestar por ello. Se contentó con admirar su cuerpo mientras se ponía los pantalones antes de salir del dormitorio hacia la cocina.

Cuando salió de la ducha, Luke ya había preparado una ensalada y unos sándwiches de jamón york. MarieAnne no se había vestido, simplemente se había puesto el albornoz que había encontrado colgado detrás de la puerta del baño. Se sentó a la mesa, pensativa, en el mismo sitio que se había sentado por la mañana.

¿Qué pasaría ahora? No había nada más irritante después de haber tenido sexo que la indiferencia mutua. ¿Debía ir hasta él y abrazarlo? Se moría de ganas de hacerlo, pero ¿y si eso lo molestaba? Mientras se duchaba había estado pensando en ello, intentando decidirse, pero no había tomado ninguna decisión.

 Luke le gustaba, mucho, y el hecho que los dos vivieran en Nueva York le daba la esperanza de que no todo terminara allí. Pero ¿y si él no quería nada más que lo que ya habían tenido? No acababa de entender que un hombre tan guapo que podía rivalizar con cualquiera de los modelos con los que estaba acostumbrada a trabajar, se hubiese fijado en una mujer del montón como ella. Quizá simplemente era que había llegado en un momento en que él estaba necesitado de compañía. Puede que se hubiese acostado con cualquier otra, dado el caso. Eso la reconcomía por dentro. Quería ser especial para él, no una más, no alguien con quien aliviarse unos picores. Pero la actitud que él había tenido al levantarse sin darle siquiera un beso, la había hecho temer que eso iba a ser todo. Que ni siquiera iba a darles una oportunidad para explorar si había algo más que una mera atracción física.

En fin. No quedaba nada más que ajo y agua con lo que fuera. O sea. A joderse y a aguantarse.

Él estaba de espaldas, limpiando la encimera, cuando oyó el arrastrar de la silla sobre el suelo. Se aclaró las manos, se las secó y caminó decidido hacia ella.

MarieAnne tenía los ojos tristes y estaba ensimismada, perdida en sus pensamientos. ¿Qué estaría  pasando por esa hermosa cabecita suya?

Luke también había estado reflexionando mientras ella estaba en la ducha. El sexo que habían tenido había sido fantástico, nada comparable con lo que tuvo con su ex o con las ocasionales amantes que  había tenido después. Había sido explosivo, incendiario, y había sentido que el cuerpo de MarieAnne reaccionaba al suyo con la misma intensidad y furor. Estaban hechos el uno para el otro.

No podía dejar pasar una oportunidad así. Mujeres como MarieAnne no había muchas en el mundo y dudaba que, en los círculos sociales en que él se movía habitualmente, hubiese alguna. Con 37 años aún era joven, quería formar una familia, tener hijos. Y MarieAnne era la mujer perfecta para él. Honesta hasta sacarle de sus casillas, sin miedo a decir lo que pensaba, con una mente ágil y despierta, sarcástica hasta despellejarle. La vida a su lado sería cualquier cosa menos aburrida y monótona.

Cuando llegó a su lado se arrodilló y la hizo girarse sobre la silla hasta quedar cara a cara. Ahuecó su rostro con las manos y la atrajo hacia él, posando un suave beso sobre sus labios.

–¿Cuándo volverás para la sesión de fotos? –le preguntó, su voz profunda reverberando en su pecho.

–Dentro de dos semanas.

–Bien. Te daré mi número de teléfono y quiero que me llames cuando paséis por Pine Woods. Me dará tiempo de bajar hasta el aparcamiento a la entrada del parque antes que lleguéis. Y después, volveré a Nueva York y empezaremos a tener citas.

Ella arrugó el entrecejo al oír el tono tan mandón de él, más por reflejo que porque no le gustara lo que oía.

–Parece que lo has decidido todo por los dos... –protestó.

–Eres una mujer muy especial, MarieAnne, y no quiero dejarte escapar. Quiero conocerte mejor, en todos los sentidos, porque creo que me estoy enamorando de ti. ¿Tú no sientes lo mismo hacia mí?

Ante eso, ella no pudo hacer otra cosa que asentir con la cabeza mientras notaba que sus ojos se humedecían. Le cogió el rostro con ambas manos y lo besó, profundamente, hasta que notó que estallaban cohetes artificiales tras los párpados.

Quizá sí que iban a tener una oportunidad.


FIN
(¿o no?)




9 comentarios:

  1. Nooooooooooooooooo!!!!!!
    Que no sea el fin!!!!.....
    Es realmente intensa y maravillosa la historia ........ Que no termine.

    Saludos

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  2. Me encantó y por nada quiero un fin en ella. Continúala, plisss!!!

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  3. Whaaatttt??? Fin???? Mirá, no te confíes en eso de qye vivimos lejos la una de la otra porque me parece que me voy a hacer un viajecito a España si no sé nada más de MarieAnne y Luke. Está claro??

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  4. jajajajajajaj valeeeeeeee, porque me lo pedís con amabilidad, las amenazas de Claudia no tienen nada que ver con ello. La continuaré, pero más adelante. jejejejejej

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  5. Jajaja Claudia me hiciste el dia yo lo pense tambn cmo q fin nooo x favor merecemos saber q mas sucede con ellos

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  6. Me encantó la historia, pero tiene que continuar!!!
    P.D.: Yo vivo en España, asique... jajajaja
    Saludos!!

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  7. finnnnnnnnnnnn??????? Noooooooooooooooooo!!! Continuala x favor!!! O me tendre q unir a las amenazas

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  8. Nooooo :( no me puedo creer que vayas a dejarnos con ganas de más. Creo que deberías continuarla, siempre que tengas tiempo y ganas, que escribir lleva su tiempo. Es una historia muy tierna, con su lado salvaje claro está. Quiero saber más de MarieAnne y de Luke en Nueva York.

    :)

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