Sentir
su aroma sobre mi piel aun, añoranza de días pasados que sólo perduran en mi
memoria. Hace tanto que se fue, hace tanto que mi cuerpo reclama sus caricias
sin ningún éxito, hace tanto que no oigo su risa. Desapareció de mi vida como
sólo lo hacen los ladrones, de noche y llevándose algo que no les pertenece. Mi
corazón huyó con él, y no se dónde estarán. Amando a otra, quizá; o llorando de
melancolía, recordando los momentos felices vividos juntos y maldiciéndose por
su cobardía.
¿Que
ocurriría si volviera? ¿Le aceptaría de nuevo? ¿Querría mi cuerpo volver a sentir
el suyo bajo las sábanas? ¿Serían felices mis pechos al ser acariciados
nuevamente por sus orgullosas manos? ¿Aceptarían mis pezones los besos de sus
labios sin rebelarse?
El
frío golpea mi desnudez y no hay nadie conmigo para darme calor. Me enfriaré arropada
bajo una manta que no me sirve de nada, mientras mi cobarde corazón, huido de mi
pecho, se niega a regresar conmigo.
¿Alguna
vez podré volver a amar?
Siento
un vacío en mi interior que estrangula mis entrañas y humedece mis ojos sin que
yo pueda evitarlo. Las lágrimas fluyen sin sentido y caen -¡maldita gravedad!-
mojando la almohada sobre la que reposa mi cabeza.
Cada
noche igual, cada día lo mismo.
¿Cuándo
volverá mi corazón a ocupar su lugar? ¿Cuándo podré por fin volver a sonreír?
¿Cuándo me atreveré a amar de nuevo?
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