domingo, 11 de enero de 2015

Escenarios | París | La viuda alegre

Hoy empiezo nueva sección en este blog. No sé si tendrá mucha continuidad o no, dependerá del tiempo del que disponga, y de las ganas que tenga je je je je.

En «Escenarios» os hablaré de los lugares por los que viajo con mis novelas, tanto ciudades como puntos concretos de estas, lugares especiales o que solo sean nombrados de pasada, no importa. Será un pequeño recorrido con imágenes y  datos históricos, o alguna curiosidad, y puede que un fragmento de la novela, para que os situéis.

Voy a empezar con mi última novela, La viuda alegre, en la que se menciona París en una carta:


París, 3 de abril de 1817.

Apreciado Mitchell:

¡París es tan diferente a Londres! Creí que todas las grandes ciudades serían parecidas entre sí, pero aunque de alguna forma lo son, también hay múltiples pequeños detalles que las hacen infinitamente diferentes.
Tienen en común el hedor, y me río recordando cómo Percy me llamaba sabueso siempre que me quejaba de Londres.
Por otro lado, las flores, los edificios, las calles y la gente, son muy distintas.
He conocido a personas maravillosas. La comunidad inglesa es bastante numerosa, y me han acogido con cariño. Me invitan constantemente a bailes y a recitales en los que los poetas más ilustres recitan sus postreras creaciones. Estas últimas son algo aburridas, ya sabes que la poesía nunca ha sido de mi agrado, pero las conversaciones de después son muy interesantes, y diferentes de las que se acostumbra a tener en Londres. A su lado, parecemos provincianos, siempre pendientes del último chisme y de la vida de los demás.
Voy a quedarme aquí unas cuantas semanas, así que te indico a quién tiene que dirigirse tu abogado para hacerme llegar la asignación.
Tu hermana que te quiere,

Harriet.




En 1817,  cuando Harriet Allister, nuestra protagonista, visita París, Francia hacía poco tiempo que había restaurado la dinastía de los Borbones como casa real, siendo Luis XVIII el rey que estaba sentado en el trono entonces, y había sufrido una importante transformación con la ciudad que se había visto obligado a abandonar cuando estalló la Revolución Francesa.

A finales del siglo XVIII  París era una ciudad sucia y laberíntica, que no estaba preparada para la modernidad que se avecinaba.  En aquel entonces, era una ciudad que aún conservaba su estructura medieval y carecía de importantes infraestructuras totalmente necesarias. No tenía alcantarillado, los mataderos estaban dentro de la ciudad, la gente tiraba la basura en la calle y no había nadie encargado de recogerla, ¡ni siquiera había aceras! y las calles eran siempre un lodazal lleno de inmundicias... Y si hablamos de la iluminación, brillaba por su ausencia, haciendo que algunas zonas fueran realmente peligrosas. 

«Oigo a Javotte llevando su cuévano, gritando zanahoria, nabos y coliflores, cántase; pero los detritos de legumbres cubrían el suelo a su paso. Era poco sin embargo junto a los horribles resultados de la matanza de las bestias frente a las carnicerías: la sangre corría en los riachuelos y el pavimento estaba ensuciado de atroces restos». Poumiès de la Siboutie, (doctor) Souvenir d’un médecin de París. («Recuerdo de un médico de París»), p. 82.


Plano del París del año 1800



Durante el reinado de Napoleón I, la ciudad empezó a sufrir una transformación que la llevaría a ser lo que es hoy en día. En el año 1800, a su regreso de Egipto, el Emperador decidió emprender las primeras reformas, reorganizando la ciudad en Distritos y poniendo al frente a Nicholas Frochot como responsable de la Prefectura del Sena, el organismo que estaba por encima de los maire, o administradores de cada distrito. 

              Así, a lo largo de los doce años que Frochot está al frente de la Prefectura, emprendió la reforma para convertirla en una ciudad moderna. 

         Son destacables los cuatro nuevos cementerios (Père-Lachaise, Montmartre, Montparnasse y Passy), el canal del Ourcq que abastecería de agua a las nuevas fuentes de la ciudad, la descentralización de los mataderos, la construcción de cuatro nuevos puentes sobre el Sena (Austerlitz, des Arts, Iéna y St. Luois, siendo los dos primeros de metal, algo novedoso para la época), o la consolidación de varios quais, los muelles de contención fluvial que eliminarían los peligros de inundación y realzarían la monumentalidad de los edificios de las orillas, pero que acabarían con la relación directa entre los ciudadanos y su río (desaparecieron molinos, abrevaderos, lavaderos, etc. y por supuesto, la imagen algo campestre de las orillas naturales del río). Construyó fuentes, hasta cincuenta y seis, y una torre de agua para alimentarlas, lo que consiguió que el agua llegara hasta todos los recodos de la ciudad, pues a pesar de ser una urbe atravesada por un río, esta era difícil y cara de conseguir (una cubeta de 15 litros costaba 1 céntimo), y muy pocos privilegiados tenían acceso a ella.

           En 1801 emprendió la que quizá sería la intervención más emblemática del momento: la reforma del complejo  Louvre-Tullerías-Concorde, iniciando lo que con el tiempo se convertiría en el eje parisino que atraviesa los Champs Elysées y el Arco del Triunfo.

Vista del arco del Carrusel en construcción (1808)
Por el Barón Dominique Vivant Denon (1747-1825).




           También pone en marcha la construcción de diversos mercados repartidos por toda la urbe, lo que aglutinará y quitará de las calles a la inmensa cantidad de vendedores ambulantes que contribuían a la suciedad acumulada en las vías públicas, consiguiendo así también despejar las calles para una más fácil circulación de coches de caballos y viandantes.

             Hace construir un palacio en el quai d’Orsay que se convierte en el Tribunal de Comercio, manda construir la Bolsa en la calle Vivienne en 1808. En 1811, el edificio casi acabado ya está proclamado «la obra maestra de Brongniart». El Louvre que había sido esbozado por diez reyes, es por fin terminado. El Carrusel, liberado por el Emperador de todas las casuchas que lo desfiguraban, cambia de rostro.

           Pero cuando Napoleón es derrotado y la casa Borbón restaurada en el poder en la figura del rey Luis XVIII, el proyecto de la ciudad se paraliza.

           Este es el París reformado y moderno al que llega Harriet, y en el que se inicia su transformación de provinciana a sofisticada y seductora dama.

¿Os ha gustado el recorrido?



Bibliografía:

Wikipedia


2 comentarios:

  1. París... Fuente inagotable de paisajes y escenas maravillosas o terribles... Cuanta historia!!!!

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