Desde el primer momento en que los hombres bestia aparecieron en mi mente, tuve claro qué tenía que hacer con ellos: sorprender. En las dos primeras entregas se habla de ellos de pasada, y tienen fama de ser cuasi animales, monstruosos, crueles asesinos. Una oportunidad perfecta para jugar con los axiomas "no todo es lo que parece", y "las apariencias engañan".
Y eso es lo que hice.
Cuando Rura cae en manos de Hewan, el sásaka (jefe guerrero) de los bakú (nombre que se dan a sí mismos los hombres bestia), no puede ni imaginarse qué la espera.
Hewan es un guerrero, y de una especie, los bakú, que está en grave peligro a causa del Imperio. Cuando Rura se convierte en su prisionera, está decidido a hacerle pagar, aunque sea injusto, por todos los problemas que su pueblo está teniendo. Ella es una imperial, una mujer malcriada, egoísta, manipuladora y malvada, y no le merece ningún respeto.
Hewan es un hombre sin un pasado doloroso. Al contrario, tiene una familia que le quiere, y ha tenido una buena niñez a su lado. Es justo, y honorable, aunque al principio no pueda parecerlo ya que la rabia que siente por los imperiales, se une a la extraña y no deseada atracción que siente por Rura. Juega con ella desde el principio, hasta que...
Y hasta aquí puedo contar sobre este muchachote. Si quieres saber más de él, lee La princesa sometida.
*complejo gaviota nemo* mio mio mio mio mio xD
ResponderEliminarjajajajjajajaja egoístaaaaaaa, deja un poco para el resto, mujé.
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