martes, 22 de marzo de 2016

Independiente, sobre todo, como escritora

No es fácil, esto de ser escritor independiente. Por supuesto que tiene sus ventajas, y son muchas; pero también tiene sus inconvenientes. Porque un escritor independiente no es solo escritor. Si quiere hacer bien su trabajo, también ha de convertirse en corrector, diseñador de portadas, maquetador, editor, publicista y comunity manager.

Un escritor que está en editorial, de lo único que ha de preocuparse es de escribir, y de hacerse publicidad de vez en cuando por las redes. Si no estás en editorial, como yo, hay muchas más cosas que hacer.

Cuando termino el borrador de una novela, el primer paso es la corrección. Eso sí lo tenemos en común, pero con una diferencia: si estás en editorial, ya tendrás un corrector que te pulirá el texto y quitará todos los errores; así que lo único que has de hacer es repasar lo escrito para que no haya «fallos técnicos». Una vez me pasó, que en mitad de una novela, le cambié el nombre a un secundario importante. ¡Horror! Pero yo también tengo que hacer una corrección ortotipográfica, que implica no solo las faltas de ortografía, sino vigilar que los signos utilizados sean los correctos. Comillas españolas en lugar de las inglesas; raya larga en lugar de guión; que todos los párrafos estén sangrados; que cada final de capítulo esté marcado con un «salto de página»; y un montón más de detalles de este estilo, cansinos y tediosos pero necesarios para que a la hora de editar, quede correctamente.

Después viene la portada. Yo tengo la manía de hacerla cuando llevo más o menos la mitad del manuscrito, cuando veo que la cosa va en serio y que la historia tira «palante» y no va a ser otro intento que se quedará en eso. Hay que buscar una imagen que sea adecuada para la historia que cuento en el interior, y eso son horas de pasear por todas las páginas donde hay fotos a la venta. Nunca encuentro una sola; siempre acabo encontrando varias, y toca escoger. Y no se puede escoger solo con la foto (por lo menos, yo no puedo), así que toca abrir el photoshop y editarlas todas, hacer varios borradores de portada para ver el resultado. A veces, pido ayuda a algunas compis. Les enseño las portadas y les pregunto cuál les gusta más. Atiendo a sus opiniones y consejos, y acabo eligiendo una de todas. Entonces hay que comprar la foto, y sustituir la que he usado para el borrador (que no tiene la calidad suficiente), por la definitiva; y hacer los retoques.

Cuando ya tengo el manuscrito terminado, corregido y preparado, toca maquetar. El formato digital no presenta demasiados problemas, pero el papel es otro cantar completamente diferente. Calcular las páginas que tendrá (porque nunca tiene el mismo número el manuscrito, que el papel). Calcular los márgenes, buscar las fuentes que quiero utilizar para los títulos, para la letra capital al principio de cada capítulo, los adornos que quiero ponerle... Cuando lo tengo todo, hay que hacer la plantilla que usaré: las diferentes páginas maestras que diferenciarán cada parte de la maquetación.

La parte más tediosa, es añadir el manuscrito cuando ya tienes todo preparado, e ir moviendo el texto como un todo para que quede encajado en su lugar. Líneas viudas y huérfanas, las odio; y las palabras cortadas donde no toca. Tedioso, aburrido, pero absolutamente necesario. Poner el índice es otra de esas cosas que me matan, porque no lo hago de forma automática.

Terminada la maquetación, ya tengo el número exacto de páginas que tendrá el libro. Lo subo a Create Space para comprobar que todo está correcto y no hay ningún error, y me pongo con las tapas. Porque tengo la portada, pero me falta la contra portada y el lomo. Se dice rápido, pero son varias horas más de trabajo.

Una vez ya todo listo, toca subirlo a Create y esperar su aprobación, que suele tardar unas 24 horas. Y subir el digital a KDP. 24 horas después, ambas plataformas han dado su aprobación si hay suerte (suelo tenerla, nunca me han denegado una publicación). Entonces, toca hacer de publicista y comunity manager.

Ponerse en contacto con blogs para ofrecer la novela para reseñar. En eso tengo suerte, porque tengo muchas amigas blogueras que no me dicen que no, pero al principio fue duro. Por cada sí recibido, tuve un montón de noes, o peor todavía, me ignoraron completamente y ni se molestaron en contestar. Y el maldito spam en face, que es imprescindible. Algún sorteo. Hacer cartelería...


Así es la vida profesional de un autor independiente. Nada envidiable, pero altamente satisfactoria.




1 comentario:

  1. Hasta que no lo haces, no te das cuenta de dónde te has metido. Aunque ser independiente es una satisfacción que pocos entienden. El trabajo que depende de uno mismo y que se equipara al de una editorial entera, es un gran premio para un escritor indie. ¡Gran artículo!¡Me ha encantado!

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