jueves, 23 de enero de 2014

Cada vez...


Cada vez...
Cada vez que te imagino, te imagino en mi interior, jugando al escondite con tus enanitos.
Cada vez que te sueño, te sueño dejando un sendero de humedad en mi cuerpo, siguiendo el rastro de tu traviesa lengua.
Cada vez que te miro, te veo sonreír y tus blancos dientes reflejan la luz del amanecer, cuando el sol se levanta después de una noche de placeres prohibidos.
Cada vez que me acaricias, tus dedos parecen resplandecer e iluminas mi noche con cada roce de tu piel.
Cada vez que penetras en mi interior, mis manos se aferran a tu espalda, temerosas que desaparezcas como un espejismo en el desierto.
Cada vez que me amas, renace Afrodita en mí, perversa y libidinosa como sólo la diosa de la pasión puede ser.
Cada vez que te siento, cada vez que dejamos de ser dos pasa ser uno, cada vez...

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